Las relaciones públicas y su evolución
Entre los teóricos que han
intentado elaborar una historia de las relaciones públicas, nos encontramos con
dos tendencias antagónicas: Una la concibe como el resultado de todas las
manifestaciones informales de ésta a lo largo de la historia; mientras que la
otra afirma que las relaciones públicas surgieron cuando se ejercieron por
primera vez de manera formal.
La primera tendencia se basa en
que todo tiene un antecedente y un consecuente; enmarca a las relaciones
públicas como fenómeno social y afirma que en todo tiempo y en todo lugar se
han dado manifestaciones de esta actividad. Esta tendencia señala que el hombre
nace con impulsos y objetivos de dependencia y asociación en grupos más o menos
formales y amplios.
Desde sus orígenes, el hombre
ha hecho esfuerzos para comunicarse con sus semejantes, y tanto el control de
las actividades humanas como la influencia en la opinión pública son fenómenos
universales en el tiempo y en el espacio.
Según los seguidores de ésta
corriente, las relaciones públicas surgen con la integración de los hombres en
comunidades; para ellos los esfuerzos de los hijos de Adán y Eva por mantenerse
unidos, el hecho de que el hombre del paleolítico buscara la cohesión interna
de su tribu o el de que el hombre del neolítico comercializará un pedazo de
piel por un hacha de piedra, son las primeras manifestaciones de las relaciones
públicas.
Los otros teóricos, contrarios
a estos puntos de vista, se oponen a juzgar y calificar hechos históricos con
criterios del presente, ya que según ellos, esto impide la comprensión del
verdadero sentido, de la interpretación objetiva de un suceso histórico.
Esta corriente no considera
como antecedentes de las relaciones públicas hechos que sólo son
manifestaciones de las relaciones entre los hombres de aquellos tiempos.
Plantea que sólo porque en diversos hechos históricos se hayan dado uno o
varios aspectos de los que actualmente forman, sólo una parte, de los recursos
y métodos de la profesión, no quiere decir que sea posible calificarlos como
relaciones públicas.
Aunque de estos hechos
históricos resultaron uno o varios aspectos de difusión, de propaganda, de
comunicación entre hombres y grupos, de orientación ideológica y política, de
información e incluso de opinión; para los contrarios a la primera tendencia,
éstos son sólo verdaderos intentos de proyección de imagen y de sensibilización
de grupos, pero no quiere decir que hayan contado con el conjunto básico de
elementos articulados que revelan la acción consiente, intencionada y
deliberada que para ellos caracteriza a las acciones y desarrollo de las
relaciones públicas.
Durante la primera mitad del
siglo XX las relaciones públicas eran concebidas como una técnica para
conseguir el favor de los públicos que rodeaban a la organización. Después los
empresarios notaron la necesidad de atender, además de las demandas y reclamos
de los clientes y usuarios; también las exigencias, puntos de vista y opiniones
de las demás personas participantes en el proceso socioeconómico de la empresa,
surgiendo así las relaciones públicas como una función psicosocial-administrativa
determinante para la conciliación de intereses, actividades y opiniones de
todos los públicos participantes en la actividad empresarial cotidiana.
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